miércoles, mayo 06, 2009

fight club


me preparé para manotearlo. me encaró a mí, si bién mi vecino era mucho mas livianito. me agache para recibir la embestida y tratar de mantenerlo de pié. cuando me estaba encarando para entrarme en el estómago, levantó el hombro y me entró de lleno en los dientes. sonó como cuando pisas un cajón de manzanas. el protector bucal voló al pasto y yo como acto reflejo me eche para atrás y me toqué los dientes. estaban todos. la pelota había quedado en sus manos y ya el ejercicio se trasladaba hacia el canal de al lado. junté mi protector y me lo puse. pensé: fuerte la dentadura. me hubiera costado un dineral. el gustito a sangre en la boca, y el prepararse para la embestida que sigue. entrenar para el sábado. golpes y magullones. dolores por todo el cuerpo. dormir como un bebé. el paralelismo entre el rugby y el club de la pelea es impresionante. batallas pacíficas libradas en ochenta minutos. levantar al contrario del piso después que te metió un tacke impresionante. el darlo todo por nada. el competir para ganar, pero por el placer de competir. y el golpearse controladamente. duele y causa risa a la vez. es caminar por el borde. gordos, flacos, no importa el tamaño ni la edad, todos están ahí para divertirse. todos esperan recibir algún golpe, todos o casi todos intentan evitarlo, y todos pretenden golpear al rival para hacerle saber que existe. nada mas triste que terminar un partido sin un raspón. sin la camiseta sucia. evidencia fiel que te quedaste fuera de la acción. nada mas lindo que un vendaje afuera de la cancha para poder seguir jugando. lo mejor de todo es chequear que es lo mismo aca que en la argentina que en gran bretaña y que en japón. jugar con gente de todos lados y ver sus reacciones frente a una batalla controlada y aguerrida como el rugby me dió mucho, pero por sobre todas las cosas me dió la posibilidad de comprobar que no nos separa casi nada. el mismo olor en los vestuario. las mismas caras de desesperación antes de salir a la cancha. el mismo abrazo. el saberse parte de un equipo de amigos. elsentirse acompañado y el no querer bajar los brazos porque no te gustaría que los bajen los demás. el primer tackle del partido. ese microsegundo después del tackle que te dice que no dolió, que estas mas vivo que nunca y que tenés que ir mas abajo la próxima vez. el llegar al entretiempo como si hubieras corrido una maratón. y recien van cuarenta. hay que seguir. hay que tratar por otro lado. a no aflojar. el único que te saca es el entrenador. si aflojas estás listo. el latigazo en la gamba. el tiron en el muslo y el gemelo agarrotado. no llegar a agarrarlo. siempre hay uno detrás tuyo, pero el vió exactamente que vos fallaste y ahora te tiene que sacar las papas del fuego. asique la próxima no se te escapa. al piso como sea. que cobró este pelotudo? retención? que quiere? que me de vuelta con veinte monos arriba en medio segundo? dejá jugar, hermano. si pudiera gritarselo en la cara sin ver la amarilla. diez minutos afuera por un penal de mierda no valen la pena. a seguir. a meter. a darle para adelante hasta que no puedas mas. y después a disfrutar de la ducha, de ver el pantalón todo embarrado, los raspones en los pómulos, el dolor de las piernas, esa dulce sensación del deber cumplido. como dicen en el club de la pelea. el resto del mundo baja de volumen. todo se escucha mas suave. duele y gusta porque no fué en vano. veintitrés años armando el bolso. veintitrés años de alegrías, golpes y machuques. veintitrés años de alegrías, y muchos menos de amarguras. el labio todavía duele, la sonrisa se me escapa. a ver si mañana le voy mas abajo y no me parte de nuevo.

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